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La obesidad es uno de los mayores problemas de salud pública mundial, con un incremento exponencial desde hace décadas en los países tanto industrializados como en vías de desarrollo. De mantenerse la tendencia, para el año 2030 más del 40% de la población del planeta tendrá sobrepeso y más de la quinta parte será obesa. La prevalencia de obesidad y obesidad abdominal en la población española es alta, mayor en varones, aumenta con la edad y presenta relación inversa con el nivel socioeconómico. El perfil de estilos de vida con mayor nivel de actividad física, sedentarismo moderado y un patrón de alimentación mediterráneo se asocia con menor riesgo de obesidad, grasa abdominal y la adquisición de factores de riesgo cardiovascular. Hay muchos motivos por los que algunas personas tienen dificultades para perder grasa . Por lo general, la obesidad es el resultado de factores hereditarios, socioeconómicos, enfermedades y del entorno combinado con opciones de estilo de vida como la dieta y las actividades físico-deportivas. Sin embargo, reducciones modestas entorno a un 10-15% del peso corporal pueden mejorar o prevenir los problemas de salud relacionados con la obesidad (figura 1.).

La prioridad nutricional de los deportistas es ingerir la energía necesaria para lograr un óptimo rendimiento. Se ha demostrado que los deportistas necesitan consumir una adecuada cantidad de energía para mantener un peso apropiado, una composición corporal óptima y un buen rendimiento. La evidencia científica muestra como una adecuada nutrición puede demorar la fatiga de diversas maneras al: Proveer la energía adecuada Proveer la energía adecuada Prevenir el catabolismo celular Controlar la temperatura corporal Facilitar la pérdida del exceso de grasa corporal Mejorar las funciones fisiológicas Aumentar el transporte de oxígeno Mejorar el uso de las vías metabólicas energéticas Uno de los principales objetivos de los deportistas es mantener una masa y composición corporal adecuadas. La excesiva pérdida de masa corporal empeora el rendimiento y puede tener significativas consecuencias en la salud, como ocurre en el caso de los deportistas con trastornos alimentarios, osteoporosis o baja ingesta energética. Las dietas bajas en energía pueden causar pérdida de masa muscular, disfunción menstrual, pérdida de densidad mineral ósea e incremento de la fatiga, así como lesiones y enfermedades y un prolongado proceso de recuperación. Por otro lado, el porcentaje de grasa corporal de los deportistas varía según el sexo y el deporte que practican. El mínimo nivel de grasa corporal compatible con la salud es del 5% en varones y del 12% para las mujeres. La intensidad, la duración, la frecuencia y el tipo de actividad, así como el sexo, el nivel de aptitud individual, la ingesta de nutrientes y los depósitos de energía, determinarán cuándo se produce el cruce de los sistemas energéticos aeróbicos y anaeróbicos. El entrenamiento puede mejorar la capacidad del uso de las grasas como fuente de energía durante el ejercicio, de esta forma se incrementa en el músculo esquelético la oxidación de las grasas. Sin embargo, este proceso suele estar limitado durante el ejercicio que excede el 65% del VO2 máximo, ya que la oxidación comienza a disminuir significativamente con el ejercicio de alta intensidad y, en este caso, se utilizan los hidratos de carbono como fuente de energía (figura 1.).

La obesidad es uno de los mayores problemas de salud pública mundial, con un incremento exponencial desde hace décadas en los países tanto industrializados como en vías de desarrollo. De mantenerse la tendencia, para el año 2030 más del 40% de la población del planeta tendrá sobrepeso y más de la quinta parte será obesa. La prevalencia de obesidad y obesidad abdominal en la población española es alta, mayor en varones, aumenta con la edad y presenta relación inversa con el nivel socioeconómico. El perfil de estilos de vida con mayor nivel de actividad física, sedentarismo moderado y un patrón de alimentación mediterráneo se asocia con menor riesgo de obesidad, grasa abdominal y la adquisición de factores de riesgo cardiovascular. Hay muchos motivos por los que algunas personas tienen dificultades para perder grasa . Por lo general, la obesidad es el resultado de factores hereditarios, socioeconómicos, enfermedades y del entorno combinado con opciones de estilo de vida como la dieta y las actividades físico-deportivas. Sin embargo, reducciones modestas entorno a un 10-15% del peso corporal pueden mejorar o prevenir los problemas de salud relacionados con la obesidad (figura 1.).